lunes, 25 de junio de 2007

Devildriver

...O Una Maldición Del Infierno

¿Habéis probado alguna vez ponerle banda sonora metálica a alguna de las escenas más violentas de la Historia del Cine? ¿No? Pues es un ejercicio la mar de estimulante, os lo aseguro. Mi última incursión en esta modalidad de frikismo ha tenido como protagonistas, en el aspecto visual, la escena (de la bendita primera parte) de 'Kill Bill' en la que Mamba Negra corta en lonchas a los 99 Maníacos, y, en el aspecto musical, el último trabajo de los cafres Devildriver: 'The Last Kind Words'. No os podéis imaginar el tremendo espectáculo para los sentidos que supone contemplar a la guapa Thurman haciendo frente a todos esos sosias de Kato al ritmo palpitante de 'Clouds Over California' o 'Burning Sermon', dos de las piezas más salvajes del disco.

Para quien no les conozca, decirles que Devildriver es, desde 2003, la actual banda de Dez Fafara, el antiguo líder de los nu-metaleros Coal Chamber, quien, tras su disolución, decidió pegar un volantazo a su carrera y dar salida a su vena más extrema, haciendo de la brutalidad su bandera. Y si ya en 'The Fury Of Our Maker's Hand' (2005), su segunda y anterior entrega, Devildriver daban un paso de gigante respecto a su debut, con su nuevo trabajo dejan muy claro su deseo de perdurabilidad. Tal como el vocalista ha declarado a la prensa, con 'The Last Kind Words' pretende devolver a la escena metálica lo que supuso en su momento la edición del 'Vulgar Display of Power' de Pantera; una tarea que, vistos los resultados, se les ha quedado draconiana. A mi juicio, y es cuestión de gustos, ese honor lo merecen Machine Head y su 'The Blackening', disco del año en cuanto a caña burra se refiere. En cualquier caso, y a pesar de no rebasar el listón de solidez de Flynn y los suyos, no hay que desacreditar a 'The Last Kind Words' (grandioso título, por cierto, y toda una declaración de intenciones), una obra que ofrece sobredosis de caña de alto nivel del primer al último tema (tan sólo 'Monsters Of The Deep' decepciona un poco).

Tal vez la única pega sea, precisamente, la voz de Dez, cuyo registro apenas experimenta cambios sustanciales a lo largo de la grabación; si me apuras ligeras inflexiones y leves cambios de matiz que sólo podrán detectar los más aventajados degustadores de voces guturales. En cambio, musicalmente se abren un poco más de miras, adentrándose en terrenos power ('These Fighting Words') y classic rock (ese teclado al final de 'The Axe Shall Fall' te deja descoloca a la primera de cambio). En resumidas cuentas: una estampida de metal que te aplasta literalmente.