No hay más que echar un vistazo a la parrilla televisiva (al margen de canales autonómicos y privados) para concluir que el segmento infantil de la población tiene escasas opciones de entretenimiento catódico. Y si las tuviera daría igual; en España el cuidado que reciben los infantes en materia de calidad de ocio brilla por su ausencia. Repasemos, por ejemplo, lo que ha dado de sí el mercado de la música infantil en las tres últimas décadas: Enrique y Ana, Parchís, Regaliz, Popitos, Teresa Rabal,... Buff, por no hablar de los Pitufos maquineros o la jodida Crazy Frog. Humm... ahora te explicas por qué en el instituto eras el único rockero, ¿verdad?
En Finlandia el nivel de tontería dudo que sea inferior, pero, a diferencia de lo que ocurre aquí, en el país natal de Hanoi Rocks pudo explotarse comercialmente con éxito un producto mucho más rockero -aunque menos peludo- que nuestro hispano Casimiro. Concretamente, en plena fiebre Lordi, un compatriota de los orcos eurovisivos dio a luz a The Ratzz, una cartoon band formada por tres animalejos con voces infladas de helio y actitud de fiesta en el Chiquipark que rockeaban que daba gusto. Canturreaban en finlandés (por aquello de evangelizar a tan maleable audiencia), versionaban a Lordi (lógico), Black Sabbath (con un estupendo clip) y KISS (su 'I Was Made For Lovin' You' se convirtió en el impronunciable 'Taivas Meitä Rottia Suojaa'), e incluso llevaron a cabo una gira por pabellones y pistas de patinaje. Los conciertos, eso sí, en riguroso playback, que los chavalitos a tan tierna edad no son demasiado exigentes.
Pasado el boom Lordi, eso sí, se desvanecieron en la más espesa de las brumas; aunque, quién sabe, lo mismo su efímero reinado en los hilos musicales de parvularios y guarderías fue el detonante para una futura nueva generación de Andy McCoys.