No tienen disco en el mercado y ya se han convertido en banda de culto a ambos lados del Atlántico. Acrassicauda. O como diríamos por aquí: escorpión negro. Como digo, ni siquiera han debutado. No les ha hecho falta, por otra parte; y no sólo porque sean los protagonistas de un documental que se ha proyectado en medio mundo, sino porque, al margen de sus (todavía por descubrir) cualidades musicales, la biografía de esta formación reúne todos los ingredientes de una epopeya épica digna de escribirse en piedra.
Afortunadamente, tras deambular por Siria y Turquía sin papeles en regla y temiendo la deportación a su país de origen, America les ha abierto los brazos, acogiéndoles y permitiéndoles por fin regularizar su situación de refugiados. Y fue concretamente en New Jersey donde el pasado 31 de enero les recibió uno de sus ídolos, el mismísimo James Hetfield, quien, oficiando de Embajador del Heavy Metal, les dio su bendición en un curioso meet&greet en la zona de backstage tras un concierto de Metallica.
Comienza ahora, pues, otra lucha para Acrassicauda, muy distinta a la que vieron con sus propios ojos en el corazón herido de Oriente Medio pero no por ello menos cruda; la de crear y hacer llegar su música a las masas.
Según diversas fuentes llevan meses componiendo y grabando su debut, y no negaré que, como sujeto pasivo que ha seguido sus andaduras en la distancia, mis expectativas son altas. De ellos -y la suerte- depende que se conviertan en otros obreros inmigrantes más, o en los próximos bastiones del Metal.
A continuación, sus primeros años de vida en imágenes: