viernes, 26 de septiembre de 2008

Pociones Diabólicas

Es vox populi que uno de los secretos para mantener una buena voz es la moderación etílica, cuando no la directa abstinencia. Bien, eso le puede servir a tenores, barítonos y demás cantores que aspiran a alcanzar con sus cuerdas vocales todas las notas y registros, pero semejante privación no es de aplicación ni para los clones de Lemmy ni para los voceras del Black Metal. Y es que el trato que debe dispensarse a una garganta capaz de expulsar los más cavernosos bramidos no requiere de mimos o cuidados, sino todo lo contrario. A mayor volumen de contaminantes irrigando el gaznate, superiores los resultados a obtener. Y si los agentes tóxicos son, además, de índole mefistofélica, mejor que mejor.

Cuenta una leyenda que, en la Roma del siglo dieciseis, un grupo de sacerdotes acudió al Papa Clemente VIII con la intención de persuadirle para que prohibiese -dado su carácter satánico- el consumo de café. No eran los únicos opositores, por otra parte, al uso y disfrute de la semilla tostada y molida del cafeto; al parecer, buena parte de los médicos de Europa consideraba su ingestión perjudicial para la salud, amén de contemplar sus efectos como una ofensa a los dogmas de la fe cristiana. Pues bien, afortunadamente para Juan Valdés y el resto de cafeteros, cuando el Pontífice saboreó la oscura infusión, no sólo desestimó la petición de sus prelados, sino que procedió a bendecir tan exótica y revitalizadora bebida. Tanto, pues, a favor del Maligno.

Pero degustar una taza de café en el desayuno o después de las comidas es el menor de los males que un blackmetalero de pura cepa debe cometer a lo largo de la jornada. Si se es fiel devoto, en las misas negras se beberá, tal como reza la 'Biblia Satánica' de Anton LaVey, de un caliz rebosante de líquido a gusto del oficiante, siempre y cuando se trate de una bebida estimulante. Manga hancha, por lo tanto, que en estos menesteres ceremoniales tanto vale un buen chorro de Jack Daniels como uno de vino Don Simón... Por el contrario, si el Devil's Child adolece de problemas de hiperglucemia que no le permiten empinar el codo en los blasfemos rituales, una alternativa igualmente válida es bañar los corn flakes matutinos con cualquiera de las tres variedades de leche marca Crowley; a poder ser desnatada, faltaría más, que a Belcebú no le gusta el exceso de grasa.

El bebedizo, en cualquier caso, que mayor difusión ha obtenido entre creyentes y no-creyentes ha sido, y sigue siendo, la cerveza. No por nada, tan gregario brebaje casa con la práctica totalidad de paladares, hallándose presente allí donde se sirven ricas viandas o allá donde se celebre un festejo, una celebración o un concierto. Y bien que lo saben los fabricantes, algunos de los cuales han rendido homenaje al -oh- instigador de tantos abusos alcohólicos mediante marcas y etiquetas de lo más evocadoras. Así, en Bélgica, el zumo fermentado de la cebada se ha bautizado con denominaciones tan anticristianas como Judas, Lucifer, Satan o Duvel (en castellano, diablo); en la vecina Francia con la no menos endemoniada Belzebuth; mientras que en Estados Unidos se ha decorado las cédulas de Stone Smoked Porter y Arrogant Bastard Ale con figuras demoníacas.

Aunque el caso más sorprendente* lo tenemos precisamente dentro de nuestras propias fronteras. Hablo de la Bock Damm, toda ella consagrada a la iconografía más perversa.

Sólo hay que reparar en la imagen del macho cabrío, antaño símbolo pagano que en manos de la Iglesia pasó a referirse a Su Satánica Majestad; o en la estrella de cinco puntas que sostiene el animal entre sus patas (estrella astutamente invertida para que sus aristas no apunten hacia abajo -como sí hace el diagrama de Baphomet en el pentáculo satanista-, convirtiéndola en una inocua estrella de David que echa por tierra cualquier posible sospecha).

Pero el detalle más perturbador se encuentra en la cifra que separa las dos palabras que dan nombre al producto, 1888. Como bien saben los iniciados en el ámbito nacionalsocialista, a los números 1 y 8 le corresponden, respectivamente, la primera y la octava letra del alfabeto; es decir, la A y la H. Descomponiendo la cifra obtenemos 18 y 88, equivalentes a AH y HH, siglas que suelen traducirse por 'Adolf Hitler' y el saludo nazi por antonomasia 'Heil Hitler!'. Tampoco hay que pasar por alto que en alemán 'Bock' designa el término 'macho cabrío', o que la residencia oficial del Fuhrer durante su mandato se encontraba en Munich. Todo ello nos conduce a revelar que Bock Damm es la cerveza ideal para los miembros de la facción más radical del Black Metal, ésa que sostiene su copa con la mano izquierda mientras alza la diestra con la señal de los cuernos. ¡Burp, salud!
(*) Disparatada teoría filonazi fruto del consumo irresponsable de cerveza cornúpeta.


viernes, 19 de septiembre de 2008

OB: Operación Black

I Wanna Be "The Next Big Black Thing"

En el post anterior comenté -y enumeré fugazmente algunas pruebas que así lo constatan- que el Black Metal está abandonando de forma progresiva las catacumbas que lo vieron nacer. Bien, hoy traigo otro indicio más -el definitivo, a mi juicio- que demuestra que, no sólo vive un auge de popularidad masiva, sino que su credibilidad corre grave peligro. Vean, vean, y comprueben cómo los Black Metal kids de hoy día ni guardan un mínimo de respeto a sus mayores ni tienen la actitud, integridad o principios que hay que tener para resistirse a caer en el más infecto de los pozos: la televisión pública y ¡sus programas de cazatalentos musicales! Y es que, tal y como rezaba el título de un disco de Fuck Off, el Infierno está en la Tierra.


Caso 1: De piedra se quedan los miembros del jurado ante la demostración gutural de este pintarrajeado mozalbete. Al pobre lo rechazan en redondo, claro está, pero como tiene buen fondo se lo toma a risa. Criatura.
Atentos a la muñequera de clavos.



Caso 1 (bis): ¿Os pareció que el chaval olvidaba, dubitativo, la letra? Falso, ¡la canción es así!



Caso 2: Otros que no acaban de creerse que no les están tomando el pelo son los miembros del jurado de este OT polaco; unánimes, por otra parte, en su valoración.
Ojito con la pose del chaval. Sólo le falta golpearse el pecho.



Caso 3: Pasado 1 minuto de grabación, el único exponente que logra la aceptación del aborregado público del plató. Tampoco es de extrañar... Este mamón black metalero tiene de idiota todo lo largo que es, y además de imitar a Chiquito se atreve a vacilarle a la presentadora. Los pijos bujarras que hay entre el público, eso sí, enloquecen con él.



Caso 4: En otra tesitura, concretamente con el Death Metal, el siguiente nerd se atreve a probar fortuna con una versión a capella de Slipknot. Incomprensiblemente, no supera la criba. Y es que los de American Idol ya están curados de espantos.



Caso 5: Siguiendo con el Death, este otro notas deja de pasta de boniato al jurado, que no sale de su asombro. Su demostración es breve, pero cuando se gruñe el 'I Will Kill You' de Cannibal Corpse con semejante vehemencia sobran las palabras. ¡Gorrinos degollados!

miércoles, 17 de septiembre de 2008

True Norwegian Black Metal

En los últimos tiempos, el Black Metal, pese a su extremismo, su elitismo y su mensaje de caos, terror y misantropía, ha roto la barrera que lo separaba del gran público y ha logrado introducirse en millones de hogares de personas ajenas al Satanismo y, en general, al Lado Oscuro. Abierto tan exclusivo coto quizás sus seguidores más acérrimos lo vean como una ofensa, quién sabe; el resto, entre los que me incluyo, lo vivimos como una forma saludable de reírse de una escena musical que, salvo unos pocos músicos (recordemos a Venom y su doble en directo 'Eine Kleine Nashtmusic' del '86, un aborto registrado en vivo que tomaba el título de una de las partituras más famosas de Mozart), suele tomarse demasiado en serio a sí misma.

Como decía, El Black ha salido del ghetto del radicalizado Inner Circle y se ha convertido en un producto de consumo apto para todos los públicos. Así, a la serie de televisión 'Metalocalypse' se ha sumado incluso un manga, el ya reseñado por aquí 'Detroit Metal City'; aunque el exponente más popular sea Lars Umlaut, ese orondo y entrañable personaje que, junto a Slash, Tom Morello y demás Ases de las seis cuerdas, engrosa el reparto de la saga de videojuegos 'Guitar Hero'.

Sin embargo, y habiendo inspirado fenómenos tan amables e inofensivos como ésos, para los habitantes de Espedal, un pueblecito perdido en el corazón de Noruega, el Black Metal es cualquier cosa menos motivo de guasa. Es más, desearían que nadie compartiese nuestras simpatías. No les culpo por ello, la verdad; seguramente yo también pensaría igual si uno de mis vecinos se llamase Gaahl, liderase a Gorgoroth -una de las formaciones satanistas más peligrosas del planeta- y contase en su ficha policial con brutales agresiones y despiadadas torturas a varios ciudadanos de a pie. Y al documental 'True Norwegian Black Metal' os remito (siempre y cuando vuestro inglés os permita mínimamente entender lo que ahí se cuenta). Producido por el canal VBS, este reportaje -que por muy poco no acaba en snuff movie- nos introduce en la filosofía musical de Gaahl, sus oscuras aficiones artísticas y su particular modus vivendi. Mi escena favorita es la última, dos tensos e incómodos minutos de silencio en los que no sabes si esta hermana de la caridad se va a echar al cuello del reportero o va a seguir con su mudo trance. Escalofriante es decir poco.

1ª Parte


2ª Parte


3ª Parte


4ª Parte


5ª Parte
Pero relajemos un poco el ambiente, ¿okey? Paralelamente al lanzamiento de este documental, y de la mano de uno de sus implicados, el fotógrafo Peter Beste, acaba de publicarse un volumen de fotografía de idéntico título, 'True Norwegian Black Metal'. El libro, que recoge varios cientos de instantáneas tomadas a lo largo de siete años, ofrece una imagen (en ocasiones) desmitificadora de los músicos de esta escena, en marcos, poses y actitudes poco habituales en este ambiente tan poco dado a la broma. Y es que, tal y como asegura el propio Beste, a excepción de unos cuantos sujetos mentalmente desequilibrados (Gaahl y un tal Nattefrost de los Carpathian Forest), el grueso de esta comunidad está formada por gente completamente normal, amables y de buenos modos.
Personalmente me niego a desembolsar un céntimo por libros de fotografía, y menos por los que tienen a rockeros melenudos como protagonistas (no sé a vosotros, pero ese interés por contemplar a hombres de pelo en pecho vociferando o maltratando sus instrumentos me parece algo bastante gay -puestos a comprar material de este tipo me decantaría por algo como esto; estoy convencido de que sabría sacarle mejor partido-). Por esa razón me conformo con saciar mi curiosidad (gay) con una pequeña muestra gratuita, con un total de 50 imágenes (ver bloque 1 y bloque 2). Que lo disfruten. Y las manos encima de la mesa, eh.

viernes, 12 de septiembre de 2008

The Soulbreaker Company

Ya tocaba romper el silencio... Tras dos semanas absorto en asuntos que no vienen al caso vuelvo a la carga; y no precisamente con una novedad. Como ya sabréis, o así debería ser, el sexteto vasco sacó a la luz su segundo disco a principios de este mismo año, pero -cosas que pasan- en su momento no les hice un hueco en el blog. Bueno, como se suele decir, no hay mal que por bien no venga. El motivo de traerlos por aquí es que hoy mismo y mañana actuarán muy cerca de mi lugar de residencia, y como os podéis imaginar, procuraré no perderme la oportunidad de presenciarles -como mínimo- una vez. Ya les he visto en un par de ocasiones y su directo siempre resulta incendiario. Hoy viernes, como ya he dicho, actuarán en Martorelles, una localidad en las inmediaciones de Barcelona, y mañana sábado desplegarán su buen hacer en la Ciudad Condal, concretamente en el bar rockero RockSound.

Y bien, podría deciros que con motivo de estos bolos inminentes he tenido a bien de desempolvar su obra más reciente para ponerme al día, pero no ha sido así. Y no lo ha sido porque desde julio este álbum forma parte de esa docena de cd's escogidos que llevo siempre en el coche, por lo que cada semana me lo llevo al oído al menos una vez. No es para menos, la verdad. Su debut, a pesar de alguna que otra cosa mejorable, estaba francamente bien, pero con ésta, su continuación, se han salido. No sólo los arreglos están al nivel de cualquier banda grande que se os ocurra, sino que la producción y el sonido, rebosantes de pequeños detalles, le van a la par; justamente lo que se merecen unas composiciones como la copa de un pino. Y si a todo esto añadimos que, además, se atreven a juguetear con el soul macarra de la blaxploitation, la psicodelia y el southern puro como el Jack Daniels, no se puede decir más claro: ¡¡es uno de los discos del año!!

Estoy seguro que en vivo no perderán ni uno solo de los matices que atesora este 'The Pink Alchemist', pero me asalta la duda de cómo lo harán para cubrir la carencia de esa sección de metal, esa flauta travesera o esos coros femeninos que de tanto en tanto hacen su aparición... En unos días os lo cuento.