miércoles, 17 de septiembre de 2008

True Norwegian Black Metal

En los últimos tiempos, el Black Metal, pese a su extremismo, su elitismo y su mensaje de caos, terror y misantropía, ha roto la barrera que lo separaba del gran público y ha logrado introducirse en millones de hogares de personas ajenas al Satanismo y, en general, al Lado Oscuro. Abierto tan exclusivo coto quizás sus seguidores más acérrimos lo vean como una ofensa, quién sabe; el resto, entre los que me incluyo, lo vivimos como una forma saludable de reírse de una escena musical que, salvo unos pocos músicos (recordemos a Venom y su doble en directo 'Eine Kleine Nashtmusic' del '86, un aborto registrado en vivo que tomaba el título de una de las partituras más famosas de Mozart), suele tomarse demasiado en serio a sí misma.

Como decía, El Black ha salido del ghetto del radicalizado Inner Circle y se ha convertido en un producto de consumo apto para todos los públicos. Así, a la serie de televisión 'Metalocalypse' se ha sumado incluso un manga, el ya reseñado por aquí 'Detroit Metal City'; aunque el exponente más popular sea Lars Umlaut, ese orondo y entrañable personaje que, junto a Slash, Tom Morello y demás Ases de las seis cuerdas, engrosa el reparto de la saga de videojuegos 'Guitar Hero'.

Sin embargo, y habiendo inspirado fenómenos tan amables e inofensivos como ésos, para los habitantes de Espedal, un pueblecito perdido en el corazón de Noruega, el Black Metal es cualquier cosa menos motivo de guasa. Es más, desearían que nadie compartiese nuestras simpatías. No les culpo por ello, la verdad; seguramente yo también pensaría igual si uno de mis vecinos se llamase Gaahl, liderase a Gorgoroth -una de las formaciones satanistas más peligrosas del planeta- y contase en su ficha policial con brutales agresiones y despiadadas torturas a varios ciudadanos de a pie. Y al documental 'True Norwegian Black Metal' os remito (siempre y cuando vuestro inglés os permita mínimamente entender lo que ahí se cuenta). Producido por el canal VBS, este reportaje -que por muy poco no acaba en snuff movie- nos introduce en la filosofía musical de Gaahl, sus oscuras aficiones artísticas y su particular modus vivendi. Mi escena favorita es la última, dos tensos e incómodos minutos de silencio en los que no sabes si esta hermana de la caridad se va a echar al cuello del reportero o va a seguir con su mudo trance. Escalofriante es decir poco.

1ª Parte


2ª Parte


3ª Parte


4ª Parte


5ª Parte
Pero relajemos un poco el ambiente, ¿okey? Paralelamente al lanzamiento de este documental, y de la mano de uno de sus implicados, el fotógrafo Peter Beste, acaba de publicarse un volumen de fotografía de idéntico título, 'True Norwegian Black Metal'. El libro, que recoge varios cientos de instantáneas tomadas a lo largo de siete años, ofrece una imagen (en ocasiones) desmitificadora de los músicos de esta escena, en marcos, poses y actitudes poco habituales en este ambiente tan poco dado a la broma. Y es que, tal y como asegura el propio Beste, a excepción de unos cuantos sujetos mentalmente desequilibrados (Gaahl y un tal Nattefrost de los Carpathian Forest), el grueso de esta comunidad está formada por gente completamente normal, amables y de buenos modos.
Personalmente me niego a desembolsar un céntimo por libros de fotografía, y menos por los que tienen a rockeros melenudos como protagonistas (no sé a vosotros, pero ese interés por contemplar a hombres de pelo en pecho vociferando o maltratando sus instrumentos me parece algo bastante gay -puestos a comprar material de este tipo me decantaría por algo como esto; estoy convencido de que sabría sacarle mejor partido-). Por esa razón me conformo con saciar mi curiosidad (gay) con una pequeña muestra gratuita, con un total de 50 imágenes (ver bloque 1 y bloque 2). Que lo disfruten. Y las manos encima de la mesa, eh.