Anthrax han demostrado tener más pelotas que Roadstar. Ni el atentado de las Torres Gemelas ni la sombra de Osama Bin Laden pudo con ellos. Los neoyorkinos -no lo olvidemos, oriundos del lugar del suceso- decidieron no ceder ni un milímetro, y, pese a quien pese, no se cambiaron de nombre. Y eso que se arriesgaban a quedar marcados por el estigma de una tragedia de semejantes proporciones. En cambio, el quinteto de londinenses que encabezan este post apenas si dudaron en cambiar su denominación a la que el huracán Katrina empezó a hacer de las suyas en suelo estadounidense, a miles de kilómetros de su país natal. Son cosas que pasan... Las nuevas generaciones nacen con la sangre horchatada. En su defensa sólo se me ocurre alegar que mientras Anthrax son desde hace dos décadas una banda consolidada con una legión fiel de seguidores, los británicos mozalbetes son unos completos desconocidos con todas las papeletas para toparse con más de una puerta cerrada si aluden a huracanes, tifones o maremotos. Aunque, como suele decirse, lo cortés no quita la valiente, por lo que seremos francos y lo diremos alto: 'Roadstar, sois unas nenazas'. De carácter, eso sí; porque, musicalmente, estos hijos de perra rockean de verdad.
Para quien no se haya enterado, Roadstar es ahora lo que antes se conocía como Hurricane Party, y si todavía no conoces su EP de debut 'Get This' (2004) que sepas que te estás perdiendo algo realmente sólido. Su carta de presentación contaba solamente con cinco temas, pero menudos cincos temas, señores. Hard Rock con mayúsculas, anclado en los 70s y 80s, y mostrando unas influencias (Led Zep, The Cult, Aerosmith y AC/DC) que no deberían suponer inconveniente alguno si de verdad te gustan estas bandas.
Descubiertos y apadrinados por el mecenas John Kalodner, los dos años que han invertido en registrar su primer disco obedecen a las expectativas que en ellos se han depositado. Y, a mi parecer, se han cubierto a medias, quedándose un par de puntos por debajo del sobresaliente. Tal vez les coloqué el listón demasiado elevado, pero me esperaba algo más shocking. En cualquier caso, no hay lugar para la decepción una vez se escucha 'Grand Hotel' (2006). Quizá la disposición de los temas no sea la más acertada, pero highlights como 'Ready To Go', 'Roadstar' (único tema rescatado de su EP), 'Stone', 'Liar' o 'Keep It Alive', como mínimo, te harán olvidar ese detalle. No pasaré por alto piezas como la radiable 'Get This', las baladas 'Out Of The Blue' y 'Misplaced Paradise' (en cuarta y octava posición, respectivamente, y que suponen un lastre en el ritmo del disco) o un par de medios tiempos con reminiscencias a Black Crowes ('Let’s Get It Started' y 'Stolen My Pride'). Tampoco puedo obviar 'Magic Hat', con su intro atmosférica a lo Aerosmith, y 'All I Want', que cuenta con un estribillo que es puro KISS 80's.¿Tendrán la suerte de The Darkness? Es difícil de preveer, pero teniendo en cuenta lo último que ha salido de las islas (The Gliteratti y The Black Velvets), Roadstar se sitúan un par de pasos por delante.
TRACKLIST:
Ready To Go / Roadstar / Get This / Out Of The Blue / Let’s Get It Started / Stone / Magic Hat / Misplaced Paradise / All I Want / Liar / Stolen My Pride / Keep It Alive
LINE UP:
Jonny Rocker: Guitarra Rítmica / Chris Rivers: Batería Y Percusión / Rob Randell: Bajo / Richie Hevanz: Voz / Robin 'Kreepy' Hirshfield: Guitarra Solista
LINKS DE INTERÉS:
www.myspace.com/roadstarband
www.roadstarband.com
www.rockinupastorm.com
a
Y lo primero que se ha instalado en mi lector tras ese largo silencio ha sido el segundo disco de los suecos Babylon Bombs, 'Doin You Nasty', una nueva remesa de canciones que los devuelve en excelente estado de forma tras su memorable debut 'Cracked Wide Open And Bruised'. Si éste en su momento me dejó un buenísimo sabor de boca, con su más reciente entrega vuelven a dar en el clavo. Su sleazy cargado de guitarras, sus reminiscencias al hard-rock de corte clásico, y su facilidad para escribir estribillos y melodías tarareables les convierten, a mi parecer, en una de las mejores bandas escandinavas del momento. Y quien dice escandinavas, dice mundiales, porque hay que ver el nivelazo que tienen por aquellos lares.
Co-producido por la propia banda, 'Doin' You Nasty' presenta doce temas de los que resulta difícil seleccionar un par de highlights. Y no por carencia, no; más bien todo lo contrario. La sensación de estar ante una recopilación de hit singles te asaltará a la que llegues al ecuador del repertorio. Seis composiciones perfectas, una detrás de otra. ¿O algo se puede reprochar a temas tan redondos como 'Jaded Heart', 'Crack Of Dawn' o la power-ballad 'Slip Away'? Por no hablar de 'Louder', 'Hometown Hero' o esa bomba de relojería llamada 'Let It Loose'. Y lo que viene a continuación tampoco se queda atrás. Temazos con el gancho de 'Drop The Bomb', ' White Trash Beauty' o 'Moonshine Beat' te aseguro que va a ser difícil encontrarlos este año en otras bandas. Píldoras hipercalóricas ideales para poner banda sonora a las fiestas más destroyers. Y si en su primer trabajo encontrábamos una pieza del calibre de 'Crucified', en éste nos topamos con 'Proud', una nueva muestra de orfebrería china que, si hubiese justicia en el mundo, tendría ganado un lugar en la historia. Yo, mucho más modesto, ya le he asignado un espacio en mi corazón.
Después de aquéllo pasaron muchas cosas. Cuatro discos de estudio para la leyenda, un concierto (el histórico show en la Vall d'Hebrón) de los más lamentables vividos en la Ciudad Condal, los proyectos paralelos de Phil Anselmo, los inevitables rumores de separación, y, finalmente, la brutal tragedia acontecida en Ohio. Sin Dimebag en la tripulación es prácticamente imposible que el barco vuelva a zarpar de nuevo -a su hermano Vinnie no creo que le haga mucha gracia intentar resucitar a la banda; por no hablar de la tensa relación que mantiene con el vocalista de Superjoint Ritual-, pero a saber qué nos depara el futuro. En cualquier caso, para mantener la memoria de Dimebag Darrell nos quedan las discografías de Pantera y Damageplan, y, ahora, un nuevo lanzamiento que no hace sino engrandecer aún más si cabe el mito.
Registrado entre 1999 y 2003, y editado por la compañía discográfica de Vinnie Paul, Big Vin Records, 'Rebel Meets Rebel' reúne a los Cowboys From Hell (CFH: los hermanos Abbott y Rex Brown) y al cantante de country David Allan Coe (D.A.C.), una figura controvertida dentro de su propia escena tanto por su peculiar look como por su actitud totalmente killer.Al parecer el bueno de David es un auténtico outsider, un tipo duro con más de un punto en común con el rock -su gusto por las motos, los tattoos y el pelo largo así lo constatan- y una carrera delictiva que, según cuenta su hoja promocional, lo llevó al Corredor de la Muerte. Cierto o no, lo único que importa es el material que grabaron, una colección de doce temas a medio camino entre el metal más agresivo y el country más descarnado. ¿Es eso posible? Yo mismo no lo veía muy claro cuando me enteré de la existencia de este proyecto, pero, una vez superado el shock inicial que supone encontrarte con una voz de las características de Allan Coe en un entramado de guitarras afiladas y base rítmica percutante, todo se ve de forma muy natural.
Ignoro si tan peculiar country-metal abrirá nuevas vías a explorar para otras bandas, pero lo que sí es seguro es que R.B.R. ofrece un combinado totalmente novedoso. Y poderoso, no lo olvidemos; porque cortes como el inicial 'Nothin' To Lose' (tremendísimo riff que me devuelve a los tiempos de 'Cowboys From Hell'), el furioso 'Get Outta My Life' (con la colaboración estelar del siempre soberbio Sebastian Bach), o los trepidantes 'Time' y 'No Compromise' son, desde este mismo momento, de los mejores temas metálicos del año. Por no hablar de composiciones más hard-rockeras, como el vacilón tema que da título al álbum y al proyecto (con violín y hammond incluidos), o esa declaración de principios que lleva por nombre 'Cowboys Do More Dope' (than rock'n'rollers). Y, sí, también encontramos grandes momentos de inspiración a las seis cuerdas; desde la pequeña pieza acústica que sirve de introducción a 'Heart Worn Highway' hasta aplastantes solos como el de 'Cowboys Do More...' o 'No Compromise' (donde Dimebag consigue hacer aullar su guitarra de forma inimaginable). Podría soltar una larga lista de adjetivos para calificar este disco, pero sólo me serviré de uno: imprescindible.
Y para los fans más forofos, ya está a la venta un DVD, 'Dimevision Vol 1: That's The Fun I Have', un tributo a la figura del inolvidable guitarrista que recoge imágenes -muchas de ellas inéditas- tanto de dentro como de fuera del escenario, recordando su vida desde los 18 años hasta sus últimos días.
A grandes rasgos éste fue el set-list que sonó esa noche: 'Pussy Time', 'High As Hell', 'The Bitch Just Kicked Me Out', 'Come On Come On', 'Gonna Hitchhike Down To Cincinnati And Kick The Shit Outta Your Drunk Daddy', 'Struttin' Cock', 'Piece Of Ass', 'Go Motherfucker Go', 'I'm The Man', 'Rock'n'Roll Outlaw', 'Hell Ain't What It Used To Be', 'She's Got The Drugs', 'Keep On Fuckin'', 'First I Look At The Purse', 'Eat My Dust', 'Nutbush City Limits' y alguna más que se me queda en el tintero.
Si conoces mínimamente el repertorio de Nashville Pussy te habrá bastado para hacerte una idea de lo que allí acontenció. ¿Que no lo conoces todavía? Mal hecho. Que sepas que el Chochito de Nashville está tan bien lubricado como el más preciso de los engranajes, con lo que, una vez accionado el mecanismo, la maquinaria no se detiene ante nada ni nadie. A fin de cuentas, ¿qué puede fallar con este repertorio? Hombre, teniendo en cuenta que un directo es algo de lo más impredecebile, diré que muchas cosas, pero no fue el caso. Ni los contínuos problemas con los micros -que obligaron a realizar una larga pausa-, ni el olor nauseabundo y los empujones que soltaba un grupo de punks -que no sé qué cojones pintaban allí- hicieron mella.
Por poner sólo una pega diría que, gustándome guardar instantáneas de todos aquellos bolos a los que asisto, en esta ocasión la tarea resultó un tanto frustrante. Si me colocaba lejos del escenario, la falta de luz y la distancia se dejaban notar; si me acercaba demasiado, los contínuos empujones desestabilizaban el enfoque y el encuadre. Por no hablar de los pestilentes moshers que cada dos por tres invadían el escenario. Al final, como medida salomónica, y viendo que no era posible fotografiar en condiciones a los Pussy, me centré en las tetas de Ruyter. ¿Hice mal? ¿Hice bien? ¿Soy un amoral? No lo sé, pero seguro que el sector masculino me lo agradece, ¿no es verdad?


Si algún día deciden cambiarse de nombre, ¿por qué no Nashville Tits?
a