Sábado 22 de Abril, Sala KGB (Barcelona)
Un año y unas semanas después de su anterior visita la Sala KGB volvió a acoger a Nashville Pussy. Para bien o para mal, pocos cambios han habido en torno al grupo. La bajista Karen sigue en sus filas, Ruyter continúa sobreactuando de forma tan visceral, y el bueno de su marido Blaine persiste en subirse al escenario ignorando la tasa etílica máxima permitida; sin olvidar a Jeremy, tan cafre a la batería como siempre. Pero, si en el concierto del año pasado nos adelantaron un par de temas pertenecientes a su, por entonces, inminente disco, en esta nueva cita lo presentaron con todas las de la ley. Y bueno... no es que 'Get Some!', su cuarto álbum, esté entre lo mejor de su discografía -a mi gusto es su trabajo más flojo-, pero contiene un puñado de buenas composiciones y el mismo feeling salvaje que tan buenos ratos me ha hecho pasar.
A grandes rasgos éste fue el set-list que sonó esa noche: 'Pussy Time', 'High As Hell', 'The Bitch Just Kicked Me Out', 'Come On Come On', 'Gonna Hitchhike Down To Cincinnati And Kick The Shit Outta Your Drunk Daddy', 'Struttin' Cock', 'Piece Of Ass', 'Go Motherfucker Go', 'I'm The Man', 'Rock'n'Roll Outlaw', 'Hell Ain't What It Used To Be', 'She's Got The Drugs', 'Keep On Fuckin'', 'First I Look At The Purse', 'Eat My Dust', 'Nutbush City Limits' y alguna más que se me queda en el tintero.
Si conoces mínimamente el repertorio de Nashville Pussy te habrá bastado para hacerte una idea de lo que allí acontenció. ¿Que no lo conoces todavía? Mal hecho. Que sepas que el Chochito de Nashville está tan bien lubricado como el más preciso de los engranajes, con lo que, una vez accionado el mecanismo, la maquinaria no se detiene ante nada ni nadie. A fin de cuentas, ¿qué puede fallar con este repertorio? Hombre, teniendo en cuenta que un directo es algo de lo más impredecebile, diré que muchas cosas, pero no fue el caso. Ni los contínuos problemas con los micros -que obligaron a realizar una larga pausa-, ni el olor nauseabundo y los empujones que soltaba un grupo de punks -que no sé qué cojones pintaban allí- hicieron mella.
Por poner sólo una pega diría que, gustándome guardar instantáneas de todos aquellos bolos a los que asisto, en esta ocasión la tarea resultó un tanto frustrante. Si me colocaba lejos del escenario, la falta de luz y la distancia se dejaban notar; si me acercaba demasiado, los contínuos empujones desestabilizaban el enfoque y el encuadre. Por no hablar de los pestilentes moshers que cada dos por tres invadían el escenario. Al final, como medida salomónica, y viendo que no era posible fotografiar en condiciones a los Pussy, me centré en las tetas de Ruyter. ¿Hice mal? ¿Hice bien? ¿Soy un amoral? No lo sé, pero seguro que el sector masculino me lo agradece, ¿no es verdad?
Si algún día deciden cambiarse de nombre, ¿por qué no Nashville Tits?
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