Hacía mucho, mucho tiempo que no salía de un concierto con semejante zumbido de oídos. Ya han pasado más de dos semanas de tan perniciosa exposición a los decibelios y apostaría que no me han quedado secuelas, pero creedme si os digo que mi capacidad auditiva se vio mermada considerablemente durante al menos un par de días. Pero ese síntoma no fue lo único que arrastré tras la explosión de watios que barrió el minúsculo escenario de la Sala Monasterio; una sonrisa bobalicona quedó dibujada en mi cara al recordar lo que acababa de presenciar. Ya se sabe... sarna con gusto no pica.
La responsabilidad de abrir la velada corrió a cargo del trío gijonense Alto Volto, quienes, con su efectivo hard rock de tintes setenteros (por si os sirve de guía, muy en la línea de Steepwater Band) aprobaron con nota alta, caldeando -más de la cuenta- el ambiente. Con anterioridad, su álbum de debut había sonado un par de ocasiones en mi equipo, y como suele suceder cuando se trabaja con buenos mimbres, la traslación de su cancionero al directo hizo que ganaran varios enteros.
Esa misma impresión (definida por el bajista de los Volto como "pasar de leer el Kamasutra a practicar sexo de verdad") se repitió con los ovetenses Amon Ra, quienes amplificaron todo lo bueno expuesto en sus dos discos hasta el momento ( 'Incarnatio' y 'Slaves To The Moon') de forma despiadada. Contundencia, potencia y cualquier adjetivo acabado en 'encia' fueron perfectamente aplicables a lo que esa noche brotó de los amplificadores. Ni los mismísimos Manowar, vamos.
Manfred, Daddy y Thunder, siguiendo la tradición de tríos tan cafres como Motörhead, Venom o los más tempranos en el tiempo Atomic Bitchwax, nos vapulearon de lo lindo a base de mandobles sónicos. Bofetada va, manotazo viene, la paliza iba directa al aparato motriz, descontrolándolo por completo. Lástima (o suerte) que éramos pocos los allí congregados, porque aquéllo se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para una sesión de violento mosh.
Interpretaron casi íntegramente su más reciente disco (dejándose fuera del set el incendiario 'Timothy', una baja a la que se sumaría otro de los temas más acelerados de su repertorio, el primitivo 'High Rise') y repasaron profusamente su debut, contruyendo un muro de ruido (divino ruido) que ni una brigada de derribo podría tirar abajo. Y para rematar la faena, los tres albañiles del sonido nos aplastaron literalmente con una enloquecedora -y muy fidedigna- versión del 'Ace Of Spades' de Lemmy&Co que nos dejó para el arrastre.
En definitiva, una noche fetén; de ésas que no se olvidan.
Ah, y tal como me comentó Thunder antes del recital, la posibilidad de presenciar el doble cartel The Punishers & Amon Ra va tomando forma a pasos agigantados, por lo que el sueño puede convertirse en realidad en breve (al menos en Barcelona). Ojalá.