Lunes 26 de Junio, Sala Razzmatazz 1 (Barcelona)
En los días posteriores al concierto que nos ocupa he tenido oportunidad de comentar lo vivido con mi socio Xavi. No ha habido largas charlas al respecto, pero hemos apuntado una serie de cuestiones que, viendo lo visto en el foro de Riff-fanzine (por cierto, si todavía no te has registrado ya estás tardando), son comunes a muchos de los que asistimos al evento. La calidad del sonido (al principio apenas pudimos oir al bueno de William Duvall), la duración (¡¡60 minutos!! ¡¡por favor!! no estamos hablando de unos teloneros), la cantidad de temazos que se quedaron fuera del set (imperdonable dejarse 'Dirt', 'Angry Chair', 'Grind',...), la sensación de que tocaban con el piloto automático puesto (a mí no me lo pareció, pero vaya),... Y una apreciación que no comparto en absoluto es el hecho de haber estado ante una banda tributo, o, siendo benévolos, los restos de una formación totalmente desmembrada, capitaneada por miembros originales de segunda fila. Completamente en desacuerdo. Soy de la opinión que la pérdida de Layne Staley es un lastre difícil de arrastrar, pero no hay que olvidar que Jerry Cantrell ha sido el autor del 95% de la música de Alice in Chains, por lo que nadie tiene más derecho que él a continuar adelante con el nombre de la banda. Sin desdeñar la labor de Mike Inez ni Sean Kinney, que quede claro. Es el mismo debate que suscitó la entrada de Brian Johnson a AC/DC, o la salida de Ritchie Blackmore de Deep Purple. Todos somos irreemplazables, pero nadie es imprescindible; y como diría Johnny Thunders, no puedes vivir abrazado a un recuerdo. Life goes on.
Y hablando de recuerdos, qué cantidad de ellos pasaron por mi cabeza a medida que se acercaba la fecha del concierto. El descubrimiento de 'Dirt', las incontables escuchas de 'Jar Of Flies', el visionado de su set desenchufado para MTV, la noticia de la muerte de Staley,... Sin olvidar un concierto-tributo celebrado -creo recordar- a finales de los 90 en la extinta sala Garatge de Barcelona en el que, bajo la denominación de Kings For A Day, se reunieron miembros de un par de de bandas (lo siento, pero no recuerdo sus nombres) de la ciudad para repasar un buen puñado de temas con resultados realmente espectaculares en cuanto a interpretación y fidelidad a los originales; no exagero cuando digo que es lo más cerca que me he sentido de la voz de Layne Staley. Cerrabas los ojos y creías estar ante el auténtico vocalista.
Con semejante background de experiencias y emociones ligadas a la banda es lógico pensar que, personalmente, las expectativas suscitadas por la visita de Alicia estaban por las nubes. Un par de días antes, en casa, la melodía de 'Down in the Hole' me arrancaba un puñado de lágrimas. No ha sido la primera vez. Por motivos sentimentales, enfrentarme a según qué temas de Cantrell & Co. puede convertir un día en horas bajas en un calvario de tristeza y melancolía. Una experiencia dura que, en un alarde de masoquismo, estaba dispuesto a poner a prueba rodeado de público. Porque, si en la intimidad del hogar semejante canción es capaz de provocar este tipo de reacción, en la comunión del directo los sentimientos a flor de piel prometían petrificarme el alma. No fue así. No quedé del todo decepcionado, pero me faltó ese ingrediente especial que lo hubiese hecho único. Es como cuando vas al cine a ver una comedia y abandonas la sala sin haber esbozado siquiera una sonrisa. Con Alice In Chains iba predispuesto a pasarlo mal, a vaciarme; y no fue así.
El principio ya resultó algo desconcertante. Cuando las primeras notas de 'Sludge Factory' salieron de los amplificadores no pude más que pensar en lo desacertado de la elección (que nadie se confunda, me parece un grandísimo tema, pero no lo considero apto para iniciar un show). Luego estaba la actitud de William DuVall, demasiado rock'n'roll party a mi parecer. Ya sé que hubiese sido ridículo habernos topado con un clon de su antecesor, pero el frontman de Comes With The Fall quebró, en parte, el espíritu introspectivo de la música de sus anfitriones. En cualquier caso, nada que objetar a su forma de encarar los temas; el parecido, sin caer en el calco, resultó bastante ajustado y fiel. En cuanto al repertorio, pocas pegas. 'Damm than River', 'Rain When I Die', 'We Die Young', 'Man in the Box', 'No Excuses', 'Them Bones', 'Rooster', 'Down in a Hole', Would',... Con semejante selección de clásicos hasta la peor banda tributo hubiese cosechado aplausos. Sin embargo, considero que desaprovecharon algunos momentos para introducir dosis extra de magia (juraría que fue 'Rooster' el tema que dejaron colgado en mitad de un desarrollo instrumental completamente inédito), además de echarse en falta un mini-set acústico. Eso hubiese redondeado una velada memorable.
En los días posteriores al concierto que nos ocupa he tenido oportunidad de comentar lo vivido con mi socio Xavi. No ha habido largas charlas al respecto, pero hemos apuntado una serie de cuestiones que, viendo lo visto en el foro de Riff-fanzine (por cierto, si todavía no te has registrado ya estás tardando), son comunes a muchos de los que asistimos al evento. La calidad del sonido (al principio apenas pudimos oir al bueno de William Duvall), la duración (¡¡60 minutos!! ¡¡por favor!! no estamos hablando de unos teloneros), la cantidad de temazos que se quedaron fuera del set (imperdonable dejarse 'Dirt', 'Angry Chair', 'Grind',...), la sensación de que tocaban con el piloto automático puesto (a mí no me lo pareció, pero vaya),... Y una apreciación que no comparto en absoluto es el hecho de haber estado ante una banda tributo, o, siendo benévolos, los restos de una formación totalmente desmembrada, capitaneada por miembros originales de segunda fila. Completamente en desacuerdo. Soy de la opinión que la pérdida de Layne Staley es un lastre difícil de arrastrar, pero no hay que olvidar que Jerry Cantrell ha sido el autor del 95% de la música de Alice in Chains, por lo que nadie tiene más derecho que él a continuar adelante con el nombre de la banda. Sin desdeñar la labor de Mike Inez ni Sean Kinney, que quede claro. Es el mismo debate que suscitó la entrada de Brian Johnson a AC/DC, o la salida de Ritchie Blackmore de Deep Purple. Todos somos irreemplazables, pero nadie es imprescindible; y como diría Johnny Thunders, no puedes vivir abrazado a un recuerdo. Life goes on.
Y hablando de recuerdos, qué cantidad de ellos pasaron por mi cabeza a medida que se acercaba la fecha del concierto. El descubrimiento de 'Dirt', las incontables escuchas de 'Jar Of Flies', el visionado de su set desenchufado para MTV, la noticia de la muerte de Staley,... Sin olvidar un concierto-tributo celebrado -creo recordar- a finales de los 90 en la extinta sala Garatge de Barcelona en el que, bajo la denominación de Kings For A Day, se reunieron miembros de un par de de bandas (lo siento, pero no recuerdo sus nombres) de la ciudad para repasar un buen puñado de temas con resultados realmente espectaculares en cuanto a interpretación y fidelidad a los originales; no exagero cuando digo que es lo más cerca que me he sentido de la voz de Layne Staley. Cerrabas los ojos y creías estar ante el auténtico vocalista.
Con semejante background de experiencias y emociones ligadas a la banda es lógico pensar que, personalmente, las expectativas suscitadas por la visita de Alicia estaban por las nubes. Un par de días antes, en casa, la melodía de 'Down in the Hole' me arrancaba un puñado de lágrimas. No ha sido la primera vez. Por motivos sentimentales, enfrentarme a según qué temas de Cantrell & Co. puede convertir un día en horas bajas en un calvario de tristeza y melancolía. Una experiencia dura que, en un alarde de masoquismo, estaba dispuesto a poner a prueba rodeado de público. Porque, si en la intimidad del hogar semejante canción es capaz de provocar este tipo de reacción, en la comunión del directo los sentimientos a flor de piel prometían petrificarme el alma. No fue así. No quedé del todo decepcionado, pero me faltó ese ingrediente especial que lo hubiese hecho único. Es como cuando vas al cine a ver una comedia y abandonas la sala sin haber esbozado siquiera una sonrisa. Con Alice In Chains iba predispuesto a pasarlo mal, a vaciarme; y no fue así.
El principio ya resultó algo desconcertante. Cuando las primeras notas de 'Sludge Factory' salieron de los amplificadores no pude más que pensar en lo desacertado de la elección (que nadie se confunda, me parece un grandísimo tema, pero no lo considero apto para iniciar un show). Luego estaba la actitud de William DuVall, demasiado rock'n'roll party a mi parecer. Ya sé que hubiese sido ridículo habernos topado con un clon de su antecesor, pero el frontman de Comes With The Fall quebró, en parte, el espíritu introspectivo de la música de sus anfitriones. En cualquier caso, nada que objetar a su forma de encarar los temas; el parecido, sin caer en el calco, resultó bastante ajustado y fiel. En cuanto al repertorio, pocas pegas. 'Damm than River', 'Rain When I Die', 'We Die Young', 'Man in the Box', 'No Excuses', 'Them Bones', 'Rooster', 'Down in a Hole', Would',... Con semejante selección de clásicos hasta la peor banda tributo hubiese cosechado aplausos. Sin embargo, considero que desaprovecharon algunos momentos para introducir dosis extra de magia (juraría que fue 'Rooster' el tema que dejaron colgado en mitad de un desarrollo instrumental completamente inédito), además de echarse en falta un mini-set acústico. Eso hubiese redondeado una velada memorable.