Hasta ayer mismo no me había molestado en descubrir lo que ha venido ofreciendo desde hace más de una década Paul Gilbert al margen de Mr.Big y Racer X, y lo cierto es que mi primera toma de contacto con su carrera en solitario no ha podido ser más marciana. Y es que las imágenes iniciales del dvd 'Space Ship Live' (2005) poco tienen que ver con recintos en penumbras, público rugiente y pipas ultimando los detalles de un escenario... Lo primero que podemos ver, en cambio, es un primer plano de la cara de Paul en actitud zen para, transcurridos unos segundos, y sin previo aviso, lanzar un desgarrador bramido que nos invita a entrar en su parcela particular de virtuosismo y locura. Una parcela que, para nuestra sorpresa, toma la forma de una sala de grabación en los Cello Studios de Los Angeles, un decorado de lo más aséptico e impersonal. Cables, bafles, una diana de dardos, un extintor, un cubo y una fregona... Incluso contamos con la aparición estelar de uno de los técnicos del estudio, que asoma de vez en cuando la cabeza al otro lado de la cabina de controles, o de los propios cámaras que registran la acción. Todo de un naturalismo que ya quisieran para sí muchos de esos bodegones que siglos ha inmortalizaban algunos pintores. Pero la aparente monotonía se rompe con el atuendo de los instrumentistas: ¡¡unos trajes espaciales de vistoso color naranja!! Cualquiera hubiese dicho que esto era un dvd de 'Man... Or Astroman'. O lo que es peor: ¡¡el renacimiento de Bruce Willis en la continuación de 'Armageddon'!! Un guiño de lo más surrealista que, sin duda, haría las delicias de Borja, el prota del serial 'Qué vida más triste' (por cierto, ¿para cuándo la tercera temporada?).
Aunque para delicias, las que nos dispara Gilbert junto a sus compañeros de fatigas, Marco Minnemann (batería) y Linus of Hollywood (bajista y portador de inequívoco nombre), quienes, en riguroso directo y disfrutando como enanos, interpretan un total de dieciséis piezas, doce de las cuales incluidas en su -por entonces- más candente trabajo discográfico, 'Space Ship One' (2005). Eso en cuanto a la filmación principal, de aproximadamente 75 minutos, a la que se añade un apartado de extras -tomas alternativas, versiones acústicas de algunas de las canciones anteriormente ejecutadas y un par de piezas inéditas- que sobrepasa los tres cuartos de hora. En total, alrededor de dos horas de música en las que se transita una amplia variedad de estilos, desde el heavy metal al hard melódico de melodías pop (con Cheap Trick y Enuff Z'nuff a la cabeza), pasando por medios tiempos, baladas y algún que otro trallazo punk-rockero.
A parte del vestuario, el detalle más freak del dvd es una breve presentación a cargo de Mr. Gilbert de todas y cada una de las canciones. El esquema se repite de principio a fin: aparición en pantalla de un rótulo con el título del tema, y, a continuación, presencia de Paul, guitarra en ristre y pinta de nerd pajillero, quien nos habla escuetamente de la pieza en cuestión para, acto seguido, masacrarnos con un solo a velocidad de vértigo. De lo más marturbatorio.Por fortuna, además de demostrar continuamente su maestría con el instrumento, Paul también se atreve con el noble arte del canto. Y no lo hace mal, la verdad. Sin ser un gran vocalista, supera el trance con nota. Así mismo, mientras su capacidad vocal puede ser motivo de discordia, su destreza a las seis cuerdas es origen de unanimidad. Es más, Gilbert posee esa cualidad tan especial para muchos metaleros -la velocidad- que le hace merecedor de participar en ese supuesto concurso de guitarristas que anualmente enfrenta a los corremástiles más rápidos del planeta. Aunque, viendo la de escépticos que pueblan este mundo, siempre habrá quien, como Txuris, se pregunte aquello de '¿cuántas notas por segundo toca ese tío?'.

¡Qué cosa! Si la memoria no me falla, en todas las entrevistas que concedieron en su momento, todos y cada uno de los miembros interrogados coincidían en un punto: Heaven&Hell era un proyecto aislado en el tiempo que no tendría continuidad en el futuro. Por lo visto, tal como aseguró Geezer Butler en This Is Rock, el hecho que los miembros de la banda hayan viajado por separado durante todo el tour ha imposibilitado la reaparición de viejas fricciones entre los señores Iommi y Dio. Aunque, muy posiblemente, el factor determinante para este cambio de parecer tenga mucho que ver con otro señor: Don Dinero. Y es que, a razón de los numerosos sold-outs que han cosechado a lo largo de la gira, a nadie se le escapa que éste ha sido uno de los tours más exitosos del año y que sería de idiotas no seguir estrujando las tetas de la vaca..jpg)
Ya para acabar, aclaro que el subtítulo no se me ha ocurrido mientras me tomaba unos copazos de brandy, sino porque un vistazo al público que abarrota el impresionante auditorio del Radio City Music Hall deja las cosas bien claras: estamos ante un campo de nabos. Y bien maduritos, por cierto. Una pena porque a servidor le gusta que entre la concurrencia siempre haya alguna flamenca que quiera protagonizar su particular momento 'titty-cam' y haga bien en enseñarnos las tetas. Pero, para bien o para mal, esta banda tiene poco que ver con KISS o Mötley Crüe, así que no queda más remedio que buscar en otra parte la ración de peras. Mi gozo en un pozo.
Pero como no me gusta dar nada por perdido a destiempo, espero tener que tragarme la frase anterior cuando de aquí a un mes, concretamente el 20 de noviembre, se ponga a la venta 'Angel Down', el segundo disco en solitario de Mr. Bach. Y es que, a pesar de la reticencia que suscita contar con un debut tan endeble, no negaré que guardo no pocas expectativas en este lanzamiento. De momento, y no es poco, el factor mediático está de su parte; y es que contar con la aportación vocal de todo un Axl Rose en tres de los cortes del álbum ('Love is a Bitchslap', 'Stuck Inside' y una versión del clásico de Aerosmith 'Back In The Saddle') es un lujo del que pocos pueden presumir. Aunque -y juro que no pretendo echar más leña al fuego, válgame Dios-, no se puede ignorar el hecho que quizás esos duetos se conviertan finalmente en el testamento musical de W.A.R. (por mucho que recientemente se haya anunciado la, al parecer, definitiva fecha de publicación del jodido 'Chinese Democracy').
El viernes pasado empecé la mañana de forma un tanto peculiar: visionando una película. No una cualquiera, por supuesto, que no es que ahora me haya dado por hablar también de cine; bastante trabajo me da ya el rock'n'roll... La película en cuestión se titula 'Spun' (2003), y, para que os hagáis una idea, vendría a ser un cruce entre 'Trainspotting', 'Réquiem por un Sueño' y 'Miedo y Asco en Las Vegas'; es decir, el alocado ir y venir de una pandilla de drogadizos que -siempre en coche- intentan resolver sus chanchullos. Si conocéis los títulos que he mencionado, coincidiréis conmigo que la cosa promete, ¿verdad? Pues si a eso le añadimos un sentido del humor tan pasadísimo de rosca como los protagonistas de la historia, una puesta en escena que no escatima detalles de mal gusto (detalles que, qué queréis que os diga, a mí me encantan), un plantel de actores que cuenta con nombres como Mickey Rourke, Mena Suvari, Brittany Murphy o John Leguizamo, y pequeños papeles para Peter Stormare (uno de los asesinos a suelo de 'Fargo'), Deborah Harry (la antaño sexy vocalista de Blondie) o Ron Jeremy (a éste no hace falta presentarlo, ¿no?) pues no se me ocurre ninguna excusa para dejarla pasar...
De la cinta, a decir verdad, no tenía constancia de su existencia hasta el mes pasado, cuando, leyendo la entrevista a Rob Halford publicada en el número de septiembre de Popular 1, se mencionaba la intervención del Metal God (¿o debería decir Metal Goddess?) en un film independiente. En realidad, dicha participación no es más que un brevísimo papel -sólo aparece en dos escenas-, pero vale la pena ver al precio que sea. De las dos en las que hace su aparición, resulta de lo más cómica la segunda (
Sin salsas ni aditivos, pero rebosante de conservantes, Airbourne son de esas bandas que gustan a los Stones porque no son más que rock'n'roll; puro, simple, pero jodidamente adictivo.