Soy Juan Palomo
Quién me hubiera dicho a mí hace un par de años que recibiría con tanta frialdad la primera entrega en solitario del señor Tankian... Por entonces System of a Down eran mi banda del momento; su díptico 'Mezmerize'/'Hypnotize' me tenía sorbido el seso, y raro era el día que no escuchaba uno u otro disco. Incluso a mediados de 2005 me desplacé hasta Madrid para verlos en el chapucero Festimad (objetivo, por cierto, que yo mismo frustré al abandonar el recinto tras seis desesperantes horas de espera). Sin embargo, mi fijación por ellos ha ido mermando de manera inexorable a medida que transcurría el tiempo. Tal vez parte de la culpa la haya tenido el lógico desgaste al que sometí su material, o el visionado -gracias a la magia de eMule- de un show grabado en Milán, en el que los miembros de la banda hacían gala de una desgana y una parálisis física como jamás he presenciado en una actuación en vivo. De puta pena. Aunque, quién sabe, quizá la responsabilidad de este progresivo alejamiento recaiga en una terrible filmación que circula por la Red (la podéis encontrar bajo el nombre de 'Serj Tankian - Improvisational Noize'), en la que el mostachudo vocalista da rienda suelta a su espontánea 'creatividad' sometiendo a la audiencia a un recital de metherin y gorgoritos de lo más patético.
Pero ya está bien de buscar un culpable. Es hora de meterme en el bolsillo el maldito dedo acusador y pasar a hablaros del debut (y digo debut porque el proyecto compartido Serart no cuenta como tal) del armenio más internacional de la historia del Rock. 'Elect the Dead' es el título de su ópera prima, un disco en el que, a excepción de un par de cables que le han echado a las baterías, todo se lo ha guisado él solito; incluida la producción. Y ahí es donde, a mi juicio, ha metido la gamba. Y sí, de acuerdo, tras haber soportado tantísima mierda de la mano de Daron Malakian, su contrapunto en SOAD, nuestro hombre tiene todo el derecho a hacer las cosas a su own way, con total libertad, pero el resultado obtenido se me antoja un disco necesitado de un productor de oficio que lime asperezas y dote al sonido de una mayor grandilocuencia. Asperezas en cuanto a la escasa presencia de guitarras eléctricas en los pasajes más agresivos y a la duración de algunos temas (excesiva en 'Feed Us', 'Saving Us' y 'Praise the Lord and Pass the Ammunition'), y una mayor grandilocuencia dado que el carácter operístico del material así lo requiere.
A pesar de estos defectos, el disco es disfrutable, y aunque no está a la altura de los últimos discos de SOAD, los principales atractivos de aquéllos (originales fraseos vocales, abruptos cambios de ritmo, melodías con sabor a Oriente Medio) están también presentes aquí.