Tan tonto me parece confeccionar las propias como detenerse a analizar las ajenas, pero que levante la mano quien no haya sucumbido, al menos una vez en la vida, y ni siquiera por cinco minutos, a tan inútiles labores. Yo mismo, sin ir más lejos, de crío malgasté tardes enteras de domingo rodeado de pilas de cómics y elaborando listas de mis superhéroes y supervillanos predilectos. Afortunadamente, el paso de los años ha impedido que acabe como el protagonista de 'Alta Fidelidad' -un idiota siempre dispuesto a elaborar listas de sus 5 principales-, aunque admito que, hasta no hace mucho tiempo, desperdiciaba mis momentos de ocio componiendo listas de futuras adquisiciones discográficas.
Ahora bien, si hay una lista difícil de eludir, por encima de la de la compra de detergente, cerveza y papel del WC, es la que elaboran anualmente las principales revistas del gremio con los mejores discos del año. Y sí, podremos estar de acuerdo o no con los galardonados, el orden en el que se han dispuesto, o la idoneidad de la inclusión o exclusión de tal o cual obra, pero quien más y quien menos -siempre que se disponga de un colega de charlas musicales- tarde o temprano convertirá la dichosa lista en tema de conversación, dando lugar a comentarios del tipo 'la lista de este redactor siempre es muy parecida a la de este otro', 'este menda siempre vota a los Hanoi aunque el disco sea una mierda', '¿cómo dejan votar a este idiota?',... Apreciaciones, en definitiva, cargadas de mayor o menor objetividad según el individuo que las pronuncie.1. Machine Head 'The Blackening'
Hasta aquí todo bien. Podrán haber tantas disconformidades como gustos particulares existan, pero (supuestamente) tan sólo estamos ante la valoración global de la publicación. El problema es que, si se realiza un recuento pormenorizado de los votos, veremos que la adjudicación de las plazas se ha llevado a cabo, sino de forma arbitraria, sí con un objetivo difícil de desentrañar. De esta forma, discos que han obtenido dos papeletas (Municipal Waste, Dimmu Borgir y Primordial), o incluso sólo una (As I Lay Dying y Mayhem), sí han logrado copar las diez primeras posiciones, mientras otros, caso de Dark Tranquillity y Neurosis, que han contado con el apoyo de hasta tres redactores, han sido -inexplicablemente- excluidos de los principales puestos. Otros títulos, en cambio, en un acto de benevolencia, únicamente han visto minorada su valoración perdiendo varias posiciones en la clasificación; como ha sido el caso de Down, Arch Enemy y Avenged Sevenfold.
Visto lo visto, y sin necesidad de entrar en más detalles, el listado de los 10 discos favoritos del año debería haber sido el siguiente:
1. Machine Head 'The Blackening'
a) alguien ha pensado que, colocando en el ránking principal el nombre de las bandas por las cuales la revista ha apostado más firmemente, se otorgaría cierta noción de coherencia a dichas apuestas.
b) alguien se ha pasado por el forro los principios democráticos que debería prevalecer en cualquier sistema electoral y ha colado en el Hit Parade los discos que le ha dado la gana (discos, además, que no han cosechado demasiada aceptación entre el resto del staff).
c) alguien ha pensado que alterando el orden interno de la lista se introducía una relativa diversidad (y digo relativa porque, con los datos en la mano, salta a la vista que prácticamente los 10 nombres que copan la lista pertenecen -en distintas vertientes, por supuesto- al sector más extremo del metal). Puestos a introducir un elemento de variedad, digo yo, ¿porqué no colocar alguna banda más hard rockera (Hanoi Rocks, por ejemplo) o más melódica (caso de Nighttingale)?
d) alguien no ha pensado y punto.
Y dicho esto, ¿qué credibilidad tiene esta lista? A mi parecer, ninguna, cero patatero. ¿Qué sentido tiene, por lo tanto, tanto análisis, tanto comicio y tanta leche? Pues supongo que llenar páginas y más páginas (un total de nueve desperdiciaron en el número de enero y otras cuatro en el de febrero), y que nosotros paguemos por ellas. Así de simple.
Los temas se mueven entre el punk rock de corte americano (de Supersuckers a Green Day), el Hard&Heavy más clásico (los ecos a Motörhead, Iron Maiden o Thin Lizzy están presentes en piezas como 'Addiction', 'Hammer And The Wheel' y 'Over When I'm Done') y el power pop de unos Urge Overkill (sorprende, en ocasiones, el parecido de la voz de Poon con la de Nash Kato); y a pesar de que esta variedad de sonidos pueda suponer un lastre para quienes prefieren la claridad de ideas y las vertientes más puras, nadie puede descalificar un trabajo cargado de buenas canciones, elaboradas melodías, una producción de lujo y una diversidad ideal para combatir el aburrimiento.
A pesar de que tanto crítica como aficionados no suelen recibir con los brazos abiertos las sexplotations que inspiran este tipo de escándalos, es muy posible que, a raíz de esta filmación, algún avispado productor de cine triple X ponga en marcha un título (se me ocurre 'Family Jiggles') basado en el licencioso tropiezo del God of Thunder, por lo que sólo le pido a los responsables que, como mínimo, hagan algo un poco más digno que 'Los Ozporns', endeble y fláccida -por no llamarla morcillona- adaptación porno de la teleserie protagonizada por el Madman y su clan.
Producida por VCA Video hace ahora seis años, y dirigida por el todoterreno Antonio Passolini, 'Los Ozporns' es una (supuesta) comedia hardcore centrada en Izzy, una estrella del rock estreñida ('Soy el Príncipe de las Tinieblas y no estoy dispuesto que me metan nada por el culo" dice en una escena, a lo que su hija le responde: "Papá, una vez te metiste un micrófono"), disléxica y algo desmemoriada ante tantos años de abusos con las drogas, y su particular familia.
Lo diálogos, como habeis podido comprobar, están a la altura de la serie original, es decir, de lo más subnormales, aunque debo reconocer que el guión cuenta con algún que otro guiño gracioso, como cuando Izzy asegura que sus vástagos no son suyos, sino producto del affair que mantuvo su mujer, Cherry, con uno de los enanos que llevaba en una de sus giras. A pesar de ello, 'Los Ozporns' es, a todas luces, una cinta prescindible a más no poder. ¡¡Si incluso aparecen rapperos!!
Según mi cuñada (¡saludos, Mada!) el porno es la ciencia-ficción del sexo; y sí, en términos generales razón no le falta, pero en ocasiones el porno también es un fiel reflejo de la realidad que nos rodea. Buen ejemplo de ello es que, en el film que nos ocupa, el hijo de Izzy tiene la misma cara de gilipollas que el auténtico retoño de Ozzy.
Aunque, para caras, la que luce el actor Kyle Stone; un careto del que, incluso, se mofa el propio Izzy ('¿Me estás diciendo que este tío con cara de leñador irlandés es actor porno?' le espeta en pleno rostro).
Y si bien el palurdo de Stone es todo un adefesio, Izzy tampoco se queda atrás. Bueno, más bien el actor que lo interpreta, un pellejudo Barry Woods -parapetado para la ocasión tras un seudónimo tan apropiado como ¡¡Baz!! (os juro que yo no tengo nada que ver con este engendro)- quien luce de los más viejuno a sus 52 años.
El rodaje de una peli porno en la mansión de Izzy, además de proponer uno de esos extraños juegos de muñecas rusas (ya sabéis, el cine dentro del cine y esos rollos metalingüísticos que tanto gusta en el 'Dirigido por'), es la excusa para que actrices y actores de tercera regional desfilen ante nuestras narices interpretándose a sí mismos. Los más reconocibles son una chica llamada Chloe, y, como ya se ha visto, el desgraciado de Kyle, a quien no se le ocurre otra cosa que intentar impartir lecciones de mete-saca con una penosa erección que no se mantiene ni a la de tres. ¡¡Madre de Dios, menudo reparto!!
Al parecer la cinta cuenta con una secuela inédita en nuestro país, 'The Ozporns go to hell'(2003), que, por lo que se cuenta en algunos foros de internet, es todavía más infumable.
No hagais caso de las chavalas de la carátula: esto no da ni para unas pajillas.
Tras un par de EP's y un split a medias con Unpersons, la aspereza de esas primeras obras ha evolucionado hacia un sonido mucho más depurado, constatable en 'Red Album', su puesta de largo editada el pasado año, un disco que, la verdad sea dicha, funciona mejor como unidad que como colección de canciones por separado. Así, por ser temas más directos, destacaría los iniciales 'Rays On Pinion', 'The Birthing' e 'Isak', seguidos por 'Wanderlust' y 'O'Appalachia'; aunque gracias al amplio espectro que cubre el resto de temas estamos ante un conjunto de lo más equilibrado. Situar unos cortes por encima de otros resulta complicado; no hay estribillos a los que aferrarse y la estructura de cada tema evoluciona de forma muy dinámica, con muchos cambios de ritmo y con escasa presencia de la voz (lo que lo convierte, prácticamente, en un disco instrumental; de hecho, de las diez piezas que lo conforman, cuatro lo son enteramente). Si necesitas algo diferente y poco accesible,
Vuestras influencias son atípicas. Es como si tuvieseis un oído puesto en los 70’s y otro en los 90’s. ¿Qué década os influye más?
En vuestros conciertos, ¿actuáis como cuarteto o contáis con su presencia?
Asturias tiene una de las escenas rockeras más inquietas de la Península. ¿A qué crees que es debido? ¿Hay realmente un circuito alrededor? ¿Se puede hablar de solidez?
El primero de esta serie es 'Zombie Live', primer disco en directo del polifacético artífice del todavía calentito remake cinematográfico 'Halloween', un film -en mi opinión- fallido en su intento por adentrarse en la psique del brutal asesino protagonista, pero más que correcto como muestra de splasher sanguinolento y bodycount.
Pero bien, ciñéndome al disco, es posible que los antiguos fans a ultranza de White Zombie se echen las manos a la cabeza ante dicho trabajo, preguntándose porqué el que fuera líder de la formación no dio ese paso tras la edición de 'Astro-Creep: 2000'(1995), exactamente cuando la banda estaba en su punto álgido de fama y creatividad. Es justo reconocer que esa decisión hubiese sido mil veces más acertada que la edición de aquel nefasto cd de remezclas titulado 'Supersexy Swingin' Sounds'(1996), pero, en lo que a mí respecta -que ni de coña considero inferior la trayectoria en solitario del amigo Rob-, este 'Zombie Live' llega en el momento perfecto.
Pero ahora, en pleno 2007, con Rob habiendo firmado tres discos aceptables y un puñado de nuevos himnos -inferiores, eso sí, al material de White Zombie en cuanto a ferocidad-, esta entrega en directo se me antoja la culminación de un proyecto que, de haberse llevado a cabo una década atrás, no hubiese reunido un repertorio tan consistente como el que éste nos presenta. Y no es decir poco. Si es que a veces la nostalgia nos pierde...
Pues bien, en dicho capítulo el escritor en horas bajas Hank Moody -personaje encarnado por David Duchovny (más conocido como el agente Mulder de 'Expediente X')-, es entrevistado en una emisora de radio por un locutor -interpretado éste por el Hombre del Renacimiento del Rock: Mr. Henry Rollins-, quien, justo antes de mofarse del retraso de más de una década del 'Chinese Democracy' (¿2025?) de l'enfant Axl Rose, cita los títulos de tres obras del literato: 'South of Heaven', 'Seasons in the Abyss' y 'God Hates Us All'. Todo forma parte de la ficción, por supuesto, pero queda claro que, como mínimo, uno de los guionistas de la serie es fan de Slayer. Lo que no sabemos es si lo será hasta el punto de llevar grabado a fuego en el pecho el nombre de su banda favorita, o si está dispuesto a perder parte de su capacidad auditiva cuando va a verles en directo... Y dicho esto, confieso públicamente que, ni mucho menos, me considero un die-hard fan de Slayer. Y la prueba de ello es que la única vez que presencié su descarga en vivo me taponé los oídos con algodón; acto que, muy educadamente, me reprendió un idiota en los lavabos de la sala Razzmatazz. Como suele decirse: que cada palo aguante su vela.
En cuanto al show del cuarteto en el Rock Am Ring, a pesar de estar ya algo mayores para tanto ajetreo, se les sigue viendo en buena forma. Traen bajo el brazo el brutal 'God Hate Us All', y Dave Lombardo vuelve a estar tras la batería, así que pocas cosas de este mundo pueden frenarles en los 55 minutos que permanecen sobre las tablas. Bueno, sí, hay una, pero sólo les afecta de forma circunstancial. Y es que, al tercer tema, la metereología se manifiesta -muy profética ella- desatando una tormenta de verano que amaina seis temas después en 'Show No Mercy', justo antes de -¡mecachis!- 'Raining Blood'. Pero ni el temporal ni los problemas de sonido -que los hubo- son obstáculo para un repertorio como el suyo.
Cosechasteis buenas críticas y se os abrieron unas cuantas puertas. Cuéntame cómo lo vivisteis.
¿Cuánto tiempo habéis invertido en la grabación?
Las tareas vocales os las repartís a tres bandas. ¿Qué criterio utilizáis para que sea uno u otro el que cante?
Y para qué os voy a contar... yo que me esperaba una avalancha de acelerones, riffs a diestro y siniestro y solos atropellados, 'The End Complete' me dejó totalmente fuera de juego. Eran los tiempos del vinilo todavía, así que, a medida que la aguja avanzaba a través del primer corte del disco, y viendo que aquello no superaba el mínimo de velocidad obligatorio, lo primero que pasó por mi cabeza fue que a aquel vinilo no le correspondía las 33 r.p.m. de toda la vida. Así que, ni corto ni perezoso, accioné la palanca de cambio de velocidad, acelerando la marcha hasta unas más peligrosas 45 r.p.m. El derrape fue mayúsculo, pues aquella voz pitufada que brotaba de los altavoces indicaba que, definitivamente, aquélla no era la velocidad adecuada para pinchar el plástico. 'Bueno, quizás es cosa del primer tema. Vamos a ver el siguiente', pensé. 'Buff, más de lo mismo. A ver el tercero...', insistí. Joder, el corte 'Dead Silence' era incluso más lento que los dos anteriores... 'Mecagonlapuuuuta!!!', grité. Y bien, aquella primera experiencia con Obituary y su jodido 'The End Complete' marcó el final de lo que podría haber sido una bonita historia de amor que finalmente no llegó a buen puerto. Así que, sin plantearme siquiera un segundo intento, me deshice de él por un precio irrisorio en una tienda de compra-venta (segunda estafa con el mismo disco).