viernes, 11 de enero de 2008

Chuck Klosterman


Si has visto el documental 'Metal, A Headbanger's Journey' seguro que te acuerdas de Chuck Klosterman y sus cachondas intervenciones. Y es que los dos minutos de gloria de protagoniza este gafapasta con pinta de indie empollón contiene perlas como su particular teoría del porqué Gene Simmons y Paul Stanley crearon KISS Army, o desvelar la causa última que llevó a los dos suicidas más famosos del Heavy Metal a volarse la tapa de los sesos tras escuchar 'Suicide Solution' de Ozzy (según Chuck, la clave reside en que, simplemente, los chavales no leyeron con atención el texto de la canción).

Pues resulta que este graciosillo con pinta de meapilas es el editor del magazine Spin y el artífice de unas cuantas novelas de temática rockera. Una de ellas, conocida por los lectores de la revista Rock Hard -dado que apareció reseñada en el número 2 de la misma-, es la inédita en España 'Fargo Rock City: A Heavy Metal Oddyssey in Rural Nörth Daköta'; y la que un servidor se ha leído recientemente: 'Pégate un tiro para sobrevivir' (Editorial Mondadori) o la crónica de un viaje de 6.557 millas que emprendió el autor para confeccionar un artículo cargado de mitología, morbo y muerte: '100 lugares donde murieron estrellas del Rock'.

En el libro, desgraciadamente, no se mencionan esas 100 localizaciones, pero sirva de ejemplo algunas de las que sí tienen presencia en sus páginas:
(INICIO DE SPOILER)
La mítica habitación número 100 del hotel Chelsea de New York, donde Sid Vicious supuestamente asesinó a su novia Nancy Spungen, no se puede ocupar actualmente porque no está disponible; desde hace unos cuantos años los dueños del inmueble la convirtieron en un apartamento. Así que no malgastéis vuestro tiempo si os pasáis por allí, ¿okey?

También podemos tomar una fotografía mental del lugar donde se estrelló en 1977 el avión de Lynyrd Skynyrd: una pequeña arboleda atravesada por un riachuelo en las inmediaciones de la sureña Magnolia. En dicho lugar, al parecer, todavía hay esparcidos restos del fuselaje del avión. El problema es que la zona cuenta entre su fauna con las llamadas serpientes boca de algodón, unos bichos que son la hostia de venenosos.

En West Warwick, localidad situada en Rhode Island, un incendio provocado por un fallo en la pirotecnia durante un show de Great White se llevó por delante 100 almas rockeras y los cimientos del Club Station. Hoy día, en el solar que antiguamente ocupaba el aparcamiento del club hay un centenar de cruces de madera de roble en homenaje a los caídos. La madera, curiosamente, formaba parte del escenario de la sala. Y hay más, la población al completo de West Warwick odia profundamente a Jack Russell, el vocalista de los White, a quien considera un cobarde y un hipócrita. Desde aquí, Jack, un consejo: no te acerques a West Warwick o acabarás -en el mejor de los casos- cubierto de alquitrán y plumas.
(FIN DEL SPOILER)

Y bien, no sigo porque os voy a destripar el libro y tampoco es plan. Ahora ya es cosa vuestra. Si preferís seguir el ejemplo culturizante de Fred Durst o Kid Rock, allá vosotros; si, por el contrario, lo leeis, ya sabéis, pasaros por aquí y dejad vuestras impresiones.

PD: Antes de marcharme, unos apuntes:

1) Ignoro si el artículo del que se habla en el libro se llegó a publicar en Spin o no. Si tú tienes constancia, por favor, deja un comentario confirmándolo. Aunque, en mi opinión, yo creo que esto del artículo no es más que una excusa, un McGuffin, para que Chuck desvaríe a lo largo de 300 páginas sobre los mil y un temas (porque, ya os aviso, no todo es Rock en 'Pégate un tiro para sobrevivir'; también hay amoríos, reflexiones, diálogos marcianos, teorías pasadas de rosca y pajas mentales al estilo 'Alta Fidelidad').

2) En su edición original el título del libro hace mención a un tema de Black Sabbath: 'Killing Yourself to Die'. En España, como no se tiene ni puta idea de música, la volvemos a cagar. Y además, tal y como se puede comprobar aquí abajo, en EEUU tienen mejor gusto a la hora de diseñar las portadas.

3) No sé porqué, pero no puedo evitar imaginarme una versión fílmica del libro. Sería algo así como una road-movie en blanco y negro al estilo Jim Jarmusch con algo de rockumentary de por medio. Suena a peñazo, ¿verdad? Seguro que una traslación al celuloide con ese patrón dormía hasta a las vacas... Y es que, aunque contemplar en pantalla grande todas esas míticas localizaciones se la pondría dura a más de uno, 90 minutos viéndole el careto al feo de Klosterman (o a un actor que se le pareciese) sería veneno para la taquilla.