martes, 5 de agosto de 2008

Kobetasonik

Sábado 21 de junio, Bilbao

Bueno, bueno, bueeeno... ya está bien la broma. Debería haber escrito esta crónica a las pocas horas de mi regreso (¡malditas lagunas de memoria!), pero soy como la cigarra: planifico poco y doy margen a la improvisación. Y, precisamente, siguiendo esa máxima es como surgió mi escapada al Kobetasonik. Sin preparativos previos, sin alojamiento, sin ticket de acceso al recinto... Tan sólo la determinación de ver cumplido un sueño: volver a ver a KISS en directo. Y es que fue ver el careto de Paul Stanley en la portada del número 21 de Rock Hard ¡y se me cruzaron los cables!
Aunque, en honor a la verdad, la chispa de mi calentón ya se había prendido previamente; en concreto, un mes antes del evento. Por entonces mi intención era asistir también a la jornada del viernes (ni Judas Priest ni Cavalera Conspiracy, mi prioridad number one ese día era Airbourne), así que lo primero era agenciarse una cama en la que poder reposar los huesos. No hubo manera. Y eso que puse todo mi empeño. Tras 45 llamadas telefónicas (a hostales, albergues y pensiones de Bilbao y Barakaldo, las opciones más económicas) mis ansias se quedaban en (aparente) punto muerto.

Pero a lo que iba... El viernes 20 de junio me dio el arrebato (irreprimible) y a la mañana del día siguiente pillé carretera y manta. Por delante me esperaban 7 horas tras el volante, pero, a pesar de mi odio a la conducción, la idea de vivir de cerca la segunda jornada del festival me empujó a continuar el trayecto.

En cuanto llegué a Bilbao, y viendo la hora que era, supe de antemano que me había perdido a Tigertailz, Latzen y Death Angel. ¡Putadón! Las dos primeras bandas no son de las que me quitan el sueño (aunque confieso que el 'Berzerk' de Tigertailz me gustaba bastante en la época), pero el concierto de los asiáticos me despertaba poderosamente la curiosidad. Su último disco está lejos -en cuanto a fiereza y nervio- de su anterior 'The Art Of Dying', pero les tenía ganas. Aunque, quién sabe, tal vez me hubiesen decepcionado... Hace un par de semanas me puse el dvd que acompaña a la edición limitada de 'Killing Season', y la verdad es que el concierto allí contenido (registrado en la localidad francesa de Estrasburgo en 2003) me dejó bastante frío. Quizás en el Kobeta estuvieron mejor, no sé.

Mi primera impresión al entrar en el recinto fue constatar la amplia distancia que separaba los dos escenarios; insalvable si se pretendía ver los shows desde el primer segundo en las primeras filas. No superaba por mucho el centenar de metros, pero dado que los conciertos prácticamente se solapaban (en cuanto acababa uno, empezaba otro), cubrir el trecho que mediaba entre ellos se convertía en un handicap.

Lo segundo que me llamó la atención fue la buena calidad del sonido. Cuando llegué hacía rato que Obituary habían comenzado su set en el escenario pequeño, y no podían sonar mejor, la verdad. Como ya dije hace unos meses en este mismo lugar Obituary me cargan bastante, pero los veinte minutos que presencié no me desagradaron en absoluto. Más compactos que el hormigón.

A continuación llegó el turno de Arch Enemy en el escenario principal. Poco puedo decir. Su último lanzamiento, 'Rise Of The Tyrant', me entretuvo durante un par de días, pero desde entonces el disco ocupa el lugar que merece: el fondo del armario. Y en directo mi veredicto es el mismo. Ni su puesta en escena ni la rubia que los capitanea me ponen en absoluto, así que, a los 15 minutos de actuación, me alejé del tumulto para echar un vistazo por las instalaciones.

Los siguientes nombres del cartel nos emplazaban en el escenario secundario, lo cual, por una parte, evitó desplazamientos, pero, por otra, se tradujo en la primera espera larga de la jornada. No importa, se vio compensada con creces. Y es que, tras la charlotada escenificada por Brujeria, llegó el turno de (esto son palabras mayores, señores) Tesla. Pletóricos musicalmente y muy dinámicos sobre las tablas (incluso Brian Wheat tuvo una presencia destacada), bordaron LA mejor actuación del festival. Fueron sólo 10 canciones, pero cuando se interpretan por este orden 'Cumin' Atcha Live', 'Into The Now', 'Gettin' Better', 'Little Suzi', 'Signs', 'Love Song', 'Hang Tough', 'Heavens Trail (No Way Out)', 'Edison's Medicine' y 'Modern Day Cowboy' nada puede fallar. No sólo dejaron buen sabor de boca si no que al despedirse nos pusieron la miel en los labios prometiendo nuevo disco para verano de 2009, y, por consiguiente, nueva gira por España. ¡Ya puede temblar Apolo!

Le llegaba el turno a Michael Schenker (con Gary Barden y Chris Glen) en el escenario grande. Escasa atención les presté, seré sincero, ocupado como estaba socializando y arramblando con todo el alcohol que se me ponía por delante. Otra vez será, supongo, aunque no puedo evitar maldecirme un poco por ello. Ante mis narices tuve al 75% de la formación que grabó algunos de los mejores discos del colérico guitarrista, y yo a mi bola... Por cierto, qué grande me parece 'City Lights' de su última entrega conjunta, 'In The Midst Of Beauty'; no puedo sacármela de la cabeza.

Al finalizar MSG me vi en una disyuntiva: ¿moverme hasta el escenario pequeño para presenciar a Europe o guardar sitio en el grande para poder disfrutar de cerca a KISS? Sin mucha dilación opté por la segunda alternativa. Antes de que las cuatro criaturas de la noche tomasen el escenario Ronnie y los suyos todavía tenían que cumplir su parte, pero a aquellas horas el recinto presentaba un lleno tan considerable que abandonar por un minuto la plaza significaba perderla de manera definitiva. Afortunadamente la organización fue consciente de este hecho, amenizándonos la espera proyectando en las pantallas laterales parte de la enérgica actuación de los suecos (sin sonido, eso sí).

Muy avanzadas las 22 horas hizo su aparición DIO. Tan bien conservado como su mano derecha Rudy Sarzo, el sempiterno cantante interpretó de forma impecable clásicos de su etapa en solitario y de sus días con Rainbow en un set que nos deparó alguna que otra sorpresa (recuperó la olvidadísima 'Rock'n'Roll Children'!). Los únicos lastres fueron unos tempranos (y cansinos) solos de guitarra y batería, completamente fuera de lugar en un recital enmarcado en un festival. Lástima, porque si hablamos de su magnética voz sigue tan incólume al paso del tiempo como siempre. Realmente increíble.

Y en este punto dio comienzo el calvario. Como en la mítica escena de 'Terroríficamente Muertos', las manecillas del reloj invirtieron su avance natural, discurriendo en sentido contrario. Los minutos pasaban, y pasaban, y pasaban.... Aunque dudo mucho que en el otro escenario las cosas fuesen mejor, estando actuando los insoportables Blind Guardian (sí, lo confieso, años atrás servidor compraba sus discos, pero esa etapa oscura quedó muy, muy atrás).

Por fin, para sorpresa de los KISSmaníacos allí presentes comienzan a oirse las primeras notas del 'Won't Get Fooled Again' de The Who (que sonó íntegro), y a continuación, las míticas palabras de bienvenida que preceden a la salida de The Hottest Band in the World. Cae el telón y ¡boom!, ¡flash!, ¡pum! Se desata la KISStería.
A esas horas ya no tenía el cuerpo, las ganas ni el espacio (despachurrado como estaba) para apuntar el setlist de turno, pero, a grosso modo, en la primera parte del show repasaron 'Alive!' (pasando por alto 'Firehouse', entre otras) para, en la segunda, centrarse en éxitos de sus etapas 70 y 80: 'I Was Made For Lovin' You', 'I Love It Loud', 'Lick It Up', 'Love Gun', 'Detroit Rock City'...

Paul se entregó a fondo a pesar de lo mayor que está (verle sudando la gota al pasarse la guitarra a través de las piernas fue sintomático) mientras un acomodado Gene Simmons delegaba labores en su socio de toda la vida, limitándose a sus gimmicks de escupefuego y vampiro volador; Eric Singer osó (o, mejor dicho, le fue permitido) cantar un par de temas (creo que 'Nothing To Loose' y 'Black Diamond'); y el bueno de Tommy Thayer, uno de los hombres más odiados del planeta según un puñado de nostálgicos anquilosados, suplió su carencia de personalidad y carisma imitando las poses de Frehley y clavando todas sus partes de guitarra (algo tampoco demasiado difícil, para qué nos vamos a engañar; los solos de KISS no son los de Judas Priest).

Murallas de amplificadores, llamaradas, columnas de humo, lluvia de confetti, fuegos artificiales... ¿Quién da más?
En general, y pese a puntuales momentos de emoción, esa noche KISS no consiguieron entusiasmarme del todo. Quizás el factor sorpresa haya caducado, quién sabe... aunque yo prefiero achacarlo a la fatiga. Sólo espero que en el futuro se presenten otras crazy, crazy nights para rebatir esa agridulce sensación. Como consuelo, las últimas palabras de Paul al despedirse fueron 'see you next year'. Sniff, todavía resuenan en mi cabeza.

PD: No me gustaría acabar esta crónica sin enviar un mensaje a los directivos de Font Vella: 'Señores, los años también pesan. ¡Y mucho! Se lo puedo asegurar.' Apenas 5 ó 6 años atrás me hubiese quedado a ver a Saxon, pero uno ya no está para estos trotes. C'est la vie.