Aunque estoy seguro que hubiese acabado conociéndoles por otras vías, la realidad es que me introduje en la música de Bad Religion gracias a mi hermana. Corría 1996, ella tenía entonces 13 o 14 años, y, como suele suceder durante la adolescencia, la pequeña de la casa escogió su particular forma de rebelión; en su caso, y dado que por aquel entonces vivíamos inmersos en plena era alternativa, tomó partido por el hardcore melódico. Lo curioso es que la chica, al contrario que nos sucedió a otros con su edad, no dio de lado a sus anteriores preferencias; lo cual se tradujo en sesiones musicales que combinaban (por increíble que parezca) a los recién llegados Pennywise, NoFX y Bad Religion con los malditos Nek, Hanson y Moffats. Afortunadamente para mí, su equipo de música tenía poco que hacer frente al mío, así que, cuando llegaba el turno de las boy-bands, yo contraatacaba pinchando algún vinilo de Slayer o Anthrax. Nada como un buen equipo Hi-Fi en estos casos...
Pero bien, como ya he dicho, teniendo en cuenta que la cobertura que se le estaba dando a estos grupos había llegado incluso a los 40 Principales (eran los días en que el clip 'Punk Rock Song' de Bad Religion no paraba de emitirse por televisión), supongo que, tarde o temprano, yo mismo me hubiese introducido en este estilo por voluntad propia. Aunque la nueva tendencia tampoco es que me entusiasmase del todo, la verdad. Había temas de Rancid, 59 Times of Pain o Pennywise que me gustaban (y me siguen gustando, para qué lo voy a negar), pero tampoco es que dejase aparcados mis gustos de toda la vida. En realidad, de todas aquellas bandas la única con la que realmente conecté de verdad fue Bad Religion, sobretodo con su etapa que va de 1992 a 1996. Álbumes como 'Generator', 'Recipe for Hate', 'Stranger than Fiction' o 'The Gray Race' considero que son de escucha obligada si se siente apego por las melodías.
Pero, a partir de 1998, considero que las nuevas canciones de la banda pierden la frescura que les había caracterizado. 'No Substance'(1998) y 'The New America'(2000) me parecen discos muy flojos, indignos de ellos; y 'The Process of Belief'(2002) y 'The Empire Strikes First'(2004), muy a pesar de rescatarles del bache creativo en el que habían caído, no lograron engancharme durante más de dos semanas. Y no es que hubiesen cambiado de forma radical su propuesta musical... Los Religion nunca se han caracterizado por seguir la moda del momento (más bien todo lo contrario: el suyo es un ejemplo de inmovilismo a ultranza), pero, poco a poco -y estoy seguro que el problema es enteramente mío- se me fueron quedando anquilosados. Y repetitivos, muy repetitivos.
Estando las cosas así, la única novedad que me puede proporcionar Bad Religion a estas alturas es editar un nuevo disco. Y eso es precisamente lo que han hecho: lanzar otro más. Bueno, mejor dicho, lanzarán; concretamente el 10 de julio, pero los temores de Greg Graffin y Brett Gurewitz se han cumplido, y su nueva obra ya hace días que circula por la Red. Dicen que 'a río revuelto, ganancia de pescadores', así, mientras ellos se lamentan, yo ya tengo mi copia de 'New Maps of Hell', que es como se llama el disco en cuestión. ¿Y qué puedo decir al respecto? Pues en su defensa alegaré que su nueva obra no supone traición alguna a su estilo habitual, y que el nivel compositivo se mantiene a buena altura; pero, por contra, diré que me parece más de lo de siempre. Los mismos riffs, las mismas melodías vocales, las mismas estructuras... Supongo que sus fans más acérrimos lo recibirán con los brazos abiertos, pero a mí ya me resulta del todo imposible memorizar un nuevo estribillo o una nueva melodía, incapaz de distinguirlas unas de otras. De lo más cansinos, vaya.